EL VIENTO Recoge hojas, las ata, papel rojo, azul, verde, sobrescrito, con chinchetas en él. Inclina, a su paso, sobre los libros, su vida entera, ¡Dios mío,
ESPEJO Desamparado en la noche pende del cielo Un gran espejo que llega hasta la tierra; Tras las nubes, apenas una estrella pálida. Mi reflejo, a veces visible,
VIVIR Siento que mi vida corre como un lento río, que no tuviese principio ni fin, como si nunca hubiese nacido, ni existiese ningún confín. Sobre la tierra
UMBRAL ¿En qué zona erógena de esta lengua nómada, tatuar la estrella ausente? El poema, un hogar sin raíces abierto por la oscura llamada de los caminos. Idriss